¿Cómo vas a decir que un Rolling Stone está muerto?
¿Acaso no sabéis que ellos son inmortales?
El martes 24 de agosto Charlie metió un silencio de negra, una pausa… y luego de su fill arrastrado por sus tambores y sus platos, de esos que solo él puede hacer, la canción seguirá adelante. Por lo tanto, vaya este texto en homenaje –no es despedida, no es obituario- al gran Charlie Watts, batería de la banda de Rock & Roll más grande de la historia.
En algún momento de mi adolescencia me vi cautivado por esos baterías explosivos, como Moon, Bonham, o Mitch Mitchell, pero según pasaban los años, me fui dando cuenta que la explosión y la pirotecnia no lo son todo. Por supuesto que amo a esos monstruos, pero comencé a disfrutar otro tipo de interpretación baterística basada en el groove. Así fue como descubrí a grandes instrumentistas como Al Jackson Jr., Steve Jordan, Sheile E, Steve Gadd, Clyde Stubblefield, o incluso Ian Paice. A pesar de que los Stones siempre fueron mi banda favorita, recién en ese momento me di cuenta lo gran batería que era Charlie Watts. Aquello de tocar «in the pocket», con el groove en el bolsillo, eso que solo unos pocos consiguen. Como dijo estos días Roger Taylor de Duran Duran: «Cuando escuchas a Charlie tocar, te das cuenta que todo está en el groove, no hace falta más.»
Y Charlie fue un abanderado del groove.
“Al principio, para mí el Blues era Charlie Parker tocando temas lentos” le dijo Watts a Chad Smith de los Red Hot Chilli Peppers en un especial de Youtube. Rescato este pasaje de la nota titulada “Guardián del Tiempo”, a cargo del historiador y escritor argentino Sergio Pujol, más que apropiada para nuestras Colmenas Tapizadas.
“Mientras Jagger y Richards iban al frente, corporizando la música de un modo brutal, desafiante y –en su momento– disruptivo, Watts era ese caballero algo anacrónico, una especie de reencarnación de un baterista de la era del Swing.”
Porque al fin y al cabo, la razón más importante para que los Rolling Stones sean la banda más grande del planeta, es que tienen un baterista de jazz, y eso los hizo diferentes de cualquier otra banda.
Ente tanto “homenaje”, leí estos días uno en especial que me llamó mucho la atención, a cargo de Jim Conelly, que se titula “Algunos pensamientos sobre Charlie Watts”. Conelly explica que «no fue hasta que Jimmy Miller y Glyn Johns empezaron a mezclar su batería correctamente durante la grabación del álbum ‘Beggars Banquet’ que la gente se dió cuenta que Charlie era un ‘fucking monster’.» Este comentario me hizo volver en el tiempo a mis 18 años, recuerdo que me encerraba en mi cuarto y ponía una y otra vez ese disco, en especial temas como ‘Jigsaw Puzzle’ o ‘Stray Cat blues’, en los que la batería parece despegarse del resto de la banda. Los escuchaba a máximo volumen para sentir la batería de Charlie lo más cerca posible.
No es mucho más lo que puedo escribir aquí, esta pausa de Charlie me pone triste, debo confesarlo, pero inmediatamente muta en felicidad, mezclada con esos recuerdos de todas las veces que fui bendecido de poder verlos tocando en vivo, de toda una vida entera con su música acompañándome -y estoy completamente seguro que me seguirá acompañando hasta el último día. Ya lo dijo Richard Danielson, batería de Vintage Trouble, “crecimos con tu groove único.»
El groove… siempre el groove
En 2010, el productor Don Was desempolvó una joya encontrada en los cofres del tesoro de aquellas sesiones memorables que fueron las de ‘Exile on Mains St’ de 1972, grabadas en el sótano de una mansión en la Costa Azul francesa. La canción se llama ‘Plundread my Soul’. Siempre consideré que lo que hace Charlie Watts en ‘Plundread my Soul’ es tocar la batería con sentimiento y no cualquiera puede hacer eso. Charlie, saqueaste mi alma y ya te extraño!
Tony Soulman.
Fuentes y links de interés
https://laagenda.buenosaires.gob.ar/post/660497788656926720/obituario-guardi%C3%A1n-del-tiempo
https://medialoper.com/a-few-thoughts-about-charlie-watts/
https://escuchateesto.blogspot.com/2020/06/the-rolling-stones-ploundred-my-soul.html