Manchester: del northern soul a la rave

Antes de que la crisis del petróleo de 1973 alcanzara el planeta entero el centro y norte de Inglaterra funcionaban como motor económico de todo el país. La clase obrera de la gris y humeante Manchester contribuía a la solvencia económica de la isla. Recibía sueldos bajos y pequeñas viviendas municipales de alquiler.  A cambio, exigía los fines de semana para disfrutarlos, esencialmente, poniéndose ciega, ya fuera para bailar o para ir al fútbol.

En aquel contexto Manchester vio nacer el northern soul. Literalmente. Pese a que en el imaginario colectivo de quienes amamos la música negra el soul norteño nos evoca a la vecina Wigan y su casino, Manchester fue precursora en este, como en otros estilos. El pionero club Twisted Wheel funcionó desde 1963 hasta 1971.

Durante la década de los 60, prodigiosa en lo económico, Manchester, como el resto del Reino Unido, se llenó de clubes en los que se pinchaban soul y rhythm’n’blues. El Twisted Wheel pasaría a la historia por ser el causante de que el periodista musical David Godin, tras una visita al club mancuniano, bautizara a las rarezas que se pinchaban en estos clubs como “northern soul”. El club de Manchester no solo impulsó el nombre del estilo, también fue el primero en programar una fiesta que durara toda la noche, desde las 23.30 horas del sábado hasta el domingo a las 7.30. Lo que hoy se conoce en las culturas northern soul y mod como “all-nigther”.

Foto: Sesión en el Wigan Casino
Foto: Sesión en el Wigan Casino

En la década de los 70 el northern soul fue adquiriendo identidad propia como cultura, alejándose de lo mod, que fue el primer impulso. Los trajes ajustados dieron paso a ropa más cómoda y los pantalones se acampanaron dando prioridad al baile. Las pistas comenzaban a llenarse de polvos de talco y acrobacias. El northern soul traería, gracias a esas all-nighter, la cultura de club tal y como la conocemos en la actualidad. Incluido el consumo de estupefacientes. Las anfetaminas fueron el principal menú de la época. Prueben ustedes a bailar toda la noche trepidantes temas de soul y rhythm’n’blues sin hacer trampa y verán que les resulta imposible. Además, consiguió hacerlo respetando la esencia musical de sus inicios y desechando estilos más novedosos como el funk o la música disco.

Con el cierre del Twisted Wheel el northern soul se desplazó de Manchester al Golden Torch de la cercana Stoke y al Casino de Wigan. Durante dos décadas, coincidentes con la primera y segunda oleada mod, centenares de jóvenes viajaron hacia el norte de Inglaterra para pasar el fin de semana bailando rarezas soul.

Los setenta avanzaban inmersos en una crisis en la que Manchester fue realmente devastada. El gobierno laborista de Harold Wilson traicionó a la clase obrera inglesa y en el norte de Inglaterra la bola de demolición comenzó a arrasar con las viviendas del Council Housing convirtiéndose en una amenaza continua que desplazaba a las familias más pobres hacia grandes bloques en la periferia. Los sindicatos seguían manteniendo cierto poder y las huelgas se sucedieron con éxito durante toda la década hasta el punto de desabastecer en ocasiones de luz y gas a viviendas y fábricas.

Y el punk llegó al norte 

La película “24 hours party people” comienza en este mismo instante. Si no la han visto procedan inmediatamente a su visionado. El 4 de junio de 1976 los Sex Pistols actuaban en el Lesser Free Trade Hall, ante la presencia de Howard Devoto y Pete Shelley, organizadores del concierto y fundadores unas semanas más tarde de Buzzcocks; y de Peter Hook y Bernard Sumner, quienes tras el concierto comprarían instrumentos para formar Joy Division. También estarían presentes en la sala Morrisey, líder de The Smiths; Mark E. Smith, de The Fall; Mick Hucknall, vocalista de Simply Red; y el periodista Tony Wilson.

La película de Michael Winterbottom lo cuenta así, sin embargo, existen otras voces que aseguran que no sería en este concierto cuando Wilson viera a los Pistols en Manchester, sino en una segunda fecha que tendría lugar seis semanas después. Aun así, Wilson tendrá muchísimo que ver en la transición de esta hornada punk y post-punk hacia lo que se dio a conocer como sonido Madchester. Pero de esto hablaremos un poco más tarde.

Los Buzzcocks fueron, y siguen siendo, una de las bandas pioneras y referentes del punk-rock. Nacieron en Manchester en 1976, impulsados por aquel primer concierto de los Pistols, a los que pocos meses después acompañarían en el cartel en el histórico Anarchy Tour con el que Sex Pistols recorrieron la isla junto a The Clash, The Damned y Johnny Thunders.

Joy Division seguirían pasos similares. Mucho debió impactar el concierto de los de Johnny Rotten, pues no acabaría 1976 sin que la banda estuviera formada. En 1978 grabarían y autoproducirían su primer EP, «An ideal for Living», que terminó por llamar la atención de Tony Wilson que les ficharía para su recién creado sello Factory Records uniéndose a la banda Durruti Column, las dos primeras formaciones que grabarían bajo la marca de Wilson.

Joy Division tendrían un final trágico. Su cantante, Ian Curtis, decidía acabar con su vida y se ahorcaba días antes de que emprendieran una gira por Estados Unidos. Desaparecían, pero el resto de sus miembros formaban New Order semanas después, siguiendo dentro de Factory Records, donde en 1981 publicarán el single «Ceremony», embarcándose además en una sociedad con Tony Wilson: el club Hacienda.

Madchester

En 1983, salía a la venta el single de New Order, «Blue Monday», marcando un cambio sustancial con el sonido de Joy Division, y generando un éxito rotundo para Factory Records, pues el 12″ pulgadas se convirtió en el disco más vendido de todos los tiempos.

En 1985 Factory publicaba el 12’’ debut de Happy Mondays, «Forty Five». Cuenta la leyenda que Bez, el más carismático de los miembros de los Mondays, incansable bailarín, maestro con las maracas y camello del resto del grupo, fue quien llevó por primera vez éxtasis a Manchester. Quizá sean solo habladurías, pero lo cierto es que el sonido ya estaba más cerca de la pista de baile que del escenario. Algo tendría que ver la metanfetamina.

En 1986 llegó el baile. El DJ residente de Hacienda comienza a pinchar house, importado desde Ibiza, siendo el primero en hacerlo en toda Inglaterra. Los cambios comenzaban a reportar éxitos: el álbum de debut de los Happy Mondays, «Squirrel and G-Man» (1987), a mitad de camino entre el dance y el rock, supone un éxito inesperado, mientras que el lanzamiento de «True Faith», nuevo single de New Order alcanzó el top cinco. Mientras, la Hacienda, volcada casi en exclusiva al house, contaba las noches por llenos.

Foto: Hacienda 1988
Foto: Hacienda 1988

El auténtico estallido del fenómeno del baile llegaría en 1988, cuando el acid house, importado a Manchester desde Ibiza inundaría toda Inglaterra, dando lugar a lo que se conoció como el segundo verano del amor. El smilie no triunfó solo. Un estudio del sociólogo Mark Gilman desveló que la entrada de la metanfetamina en Inglaterra redujo la violencia hooligan hasta los límites más bajos de su historia. Todo ello después de una década, la de los 80, tremendamente violenta en las gradas y en las calles. Parte de culpa de ese segundo verano del amor recayó en el holding de la diversión fundado por Tony Wilson.

A su vez, Madchester tomaba forma, también, fuera de los muros de Factory Records. En mayo de 1984 habían nacido The Stone Roses, con el apoyo del exgerente de Hacienda, Howard Jones, quien les dio su apoyo y creó Thin Line Records para publicar, ya en 1989, el histórico primer álbum homónimo de la banda.

Por su parte, otra de las bandas pilares del sonido Madchester, Inspiral Carpets, nacían en 1983, lanzando su primer EP, «Planecrash»en 1986, que fue alabado por el respetable DJ radiofónico John Peel. La banda lanzó cuatro álbumes en el sello Mute entre 1990 y 1994, alcanzando su mayor éxito en 1990 con la publicación de Life que se colocó en el número dos de las listas británicas.

Bajo la denominación Madchester habría otras bandas como James, 808 State –pioneros del house– o The Charlatans –estos últimos procedentes de Birmingham– aglutinando en una sola escena tantos estilos musicales y tanta creatividad como, desde luego, no cabía esperar de una ciudad del norte de Inglaterra. Bebió de la cultura mod, del northern soul, del glam, del punk, del post-punk, del house… pero también del paro, de las huelgas, de la suciedad, de los barrios devastados y de las drogas de diseño.

Finalmente Madchester murió un poco por exceso de optimismo y arrogancia de sus grupos y promotores y un mucho por la violencia. Sus bandas, inspiradas por la droga de moda, cayeron en ocasiones en la dejadez, como fue el caso de los Happy Mondays y New Order, cuyos gastos de grabación fueron la puntilla para Factory Records que echaba el cierre en 1992. Pero previamente el control del tráfico de drogas provocó la violencia entre grupos de hooligans que se habían hecho con el negocio, hasta el punto de llegar a haber tiroteos en la misma pista de baile de Hacienda. A principios de los 90 Madchester agonizaba. La mala prensa por la violencia y una legislación más estricta sobre los horarios y el consumo de drogas harían el resto. Gunchester llegaron a llamar a la ciudad los medios más sensacionalistas.

Sin embargo Manchester sigue ocupando un espacio importantísimo en la creación musical y en la cultura de club y sigue siendo la ciudad con más clubes por habitante de toda Inglaterra. Aquellas bandas tuvieron rápido relevo. Para hacernos una idea: en 1993 se separaban Happy Mondays y por aquel entonces unos jóvenes llamados The Dust Brothers –posteriormente Chemical Brothers– ya amenizaban raves a ritmo de house y hiphop; en 1996 se separaban The Stone Roses, sin embargo, hacía ya cinco años que los hermanos Gallagher habían formado Oasis y sus álbumes «Definitely Maybe» (1994) y «(What’s the Story) Morning Glory?» (1995) ya habían visto la luz.

No puedo dejar de tener máximo respeto por una ciudad que ha visto nacer a Buzzcocks, The Smiths, Joy Division, The Stone Roses y Oasis. Pero seguramente en círculos milenial todo esto sonará a chino. “¡Puag! ¡Música hecha con guitarras!”, me dijeron una vez. A estos círculos les recomiendo encarecidamente que echen un vistazo a la escena trap, grime, hiphop y neo-soul mancuniana. Se van a sorprender. Madchester se fue, pero queda Manchester para rato.

Artículo publicado originalmente en AraInfo.

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